EL CIELO NOS HABLA EN MEDJUGORJE
"Yo he venido a llamar al mundo a la conversión por última vez" ( 2/05/1982)
"Queridos hijos: orad conmigo para que todos vosotros tengáis una vida nueva. En vuestros corazones, hijos míos, sabéis lo que hay que cambiar: regresad a Dios y a sus mandamientos para que el Espíritu Santo pueda cambiar vuestras vidas y la faz de esta tierra, que necesita de una renovación en el Espíritu" Mensaje del 25 de mayo de 2020.

El don de la alegría cristiana


Mc 7, 31-37  

   "La alegría es una de las características más importantes de la vida cristiana. Pero, ¿qué es la alegría? Santo Tomás de Aquino definía la alegría como la consecuencia del amor, es decir, es como si la alegría fuese el brillo que existe cuando hay amor. Y explicaba también que la alegría es tanto mayor cuanto mayor es el amor y cuanto más noble es aquello que se ama. De tal modo que a uno que le encantan los árboles, cuando se encuentra uno, lo ama y se alegra; pero si alguien se encuentra con u amigo, que es mucho más noble que un árbol, al amarle la alegría es mucho mayor. Concluye Santo Tomás diciendo que la alegría es, entonces, el encuentro con Dios, el amor a Dios. Cuando uno ama a Dios, la alegría es total. Pero hoy, leyendo estas lecturas, tanto la del Génesis, donde se describe el pecado original, como ésta del Evangelio según San Marcos, en la que el Señor, después de haber atravesado la Decápolis haciendo milagros, abre los oídos a aquel sordo, tenemos que añadir algo a esta consideración acerca de la alegría: la alegría más grande, efectivamente, está en el amor más grande, pero el amor más grande está en el amor que Dios nos tiene, es decir, que la alegría más grande ocurre cuando alguien reconoce que Dios le ama. Por eso cuando Cristo va extendiendo el amor de Dios, manifestado en gestos como los milagros, produce la alegría más grande, pues saberse amado por Dios es la mayor alegría, que nada puede superar. Nada puede ocultar la profunda alegría de saberse amado por Dios. Cuando uno se aparta de este amor que Dios nos tiene, sobreviene, entonces, la peor de las tristezas, que es el pecado, como contemplábamos en la lectura del Génesis.
  
  Vamos a pedirle al Señor que durante este día descubramos cómo Dios nos va amando, y así como ayer hacíamos referencia al agradecimiento , hoy vamos vamos a hacer hincapié en la alegría. Si ayer decíamos que ante el amor de Dios no cabe otra cosa sino agradecer, hoy podemos decir, ante el amor de Dios, que hemos de dejar que brote la alegría.

   El espíritu Santo viene en nuestra ayuda para que, en todo momento, descubramos el amor de Dios y nos alegremos profundamente, porque Dios nos ama" PABLO DOMINGUEZ PRIETO Hasta la cumbre. Testamento espiritual Editoral San Pablo (2009)




   "Vivir cotidianamente con alegría, enfrentar los problemas con esperanza realista y anunciar a Cristo con una sonrisa, sin miedo y con las ideas claras, es la mejor tarjeta de presentación del Evangelio. Porque, si el Evangelio es Buena Noticia, el mal humor es incompatible"

  "El Señor no quiere seguidores gruñones, ni malhumorados, ni entristecidos. No le gustan las procesiones de sauces llorones. No le agradan las letanías de resentidos. No quiere hermanos de la Cofradía del Perpetuo Suspiro. Los cristianos hemos recibido en el Bautismo la consigna de servir al Señor con alegría; el mal humor no es un buen conductor de la Buena Noticia del Evangelio"

   "No se puede anunciar el Evangelio a través de evangelizadores tristes», porque tratar a las personas con amabilidad, interesarnos sinceramente por ellas o tener buenos modales son, no sólo un requisito indispensable para anunciar a Cristo resucitado, sino también un paso previo para evangelizar en nuestro entorno inmediato"

   "En palabras de Juan Pablo II, «quien cree que Jesús es el Verbo encarnado, el Redentor del hombre, no puede menos de experimentar, en lo más íntimo, un sentido de alegría inmensa, que es consuelo, paz, abandono, resignación, gozo...»"

 Extractos del artículo ¿Es cristiano? ¡Pues sonría..., por amor de Dios!, publicado en ALFA y OMEGA, num. 735  (28 Abril 2011)

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